Estamos en el año 2001.
La Web de Internet está en sus inicios.
Un minuto de llamada telefónica entre Francia y Perú se traga toda la tarjeta.
Tres jóvenes de horizontes distintos pero con el mismo entusiasmo se encuentran, se conectan, se hablan, otra vez, otra vez…
Uno de ellos acaba de regresar después de pasar seis meses en Perú donde ha encontrado y descubierto la vida del centro CIMA.
Sentimiento compartido de que ha llegado la hora de poner en pie un proyecto pensado, construido y financiado y de salir a descubrir el mundo. Intentar sembrar, compartir «in vivo» todo lo que los años de estudios y de educación europeos les ha ofrecido.
Después de examinar la situación del sector asociativo loreno, toman conciencia de que existen espléndidos proyectos, estructuras bien estructuradas, pero sienten que nada coincide de verdad con el «fuego» que late en su corazón. ¡Cómo se podría no ser demasiado joven, ni demasiado inexperto, ni bastante bilingüe, ni…!
¡Hala! una vuelta a la prefectura, tres firmas. Cada uno pone cien francos en la mesa.
El jueves 6 de diciembre de 2001, salen a luz los estatutos de un embrión de persona jurídica.
En Nancy, está nevando.
CIMA se entusiasma bajo un sol festivo.